Cultura

Cuba y Brasil desde la música

06/07/2016

Los 30 años que han transcurrido desde el feliz momento en que nuestra Isla y el gigante sudamericano restablecieron relaciones diplomáticas están siendo celebrados desde ese terreno donde más confluyen nuestros dos países: la música; por ello fue un acto de reafirmación el concierto Canciones del Sur que tuvo lugar ha­ce unos días en la sala Ernesto Le­cuona del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

La matancera Lindiana Murphy y su grupo Mantra — respetables ex­ponentes entre nosotros de la llamada World Music — rindieron homenaje a ese coloso de la canción brasileña que fue, es Antonio Carlos Jo­bin, y si bien una considerable parte del repertorio pertenece a su autoría (o coautoría, por cuanto compuso con otros grandes, sobre todo el poeta y también cantante Vinicius de Moraes) otros gigantes colegas suyos estuvieron presentes: el Cae­tano de Coraçao vagabundo, por ejemplo, tierna carta de presentación, o el sensual Beijo roubado, de Adelino Moreira, para no hablar de Ne­gue (Adelino Moreira y Enzo de Almeida Passos), que arrancó a la intérprete una sentida y personal interpretación, cuando pareciera que tras la versión de Ma­ría Bethania nadie pudiera atreverse, o la rítmica y sabrosa Dança da solidao, de Paulinho da Viola.

Sin embargo, varios de los temas esenciales de Tom Jobín (Esque­cen­do vo­cé, Dasafinado, Chega de saudade, Corcovado…) estructuraron el concierto entregándonos a una cantante plena, no solo de amplias do­tes comunicativas gracias a su bien proyectada voz, sino a la simpatía y a la grácil presencia es­cénica que derrocha su labor.

Aunque desde un portugués con más acento angolano que brasileño (dado el trabajo de los músicos en ese país, en donde grabaron el CD Te­rra), la gracia y fuerza telúrica de la música que proviene del reino de la  samba se hizo sentir en toda su di­mensión, compartida a veces con al­gunas piezas generadas precisamente en Angola, pero donde confluye no poco el arraigado componente afro que, como sabemos, de­tenta buena parte de la música en Brasil.

Así sonaron, digamos, Eu preciso falar con vocé u Hoje, que encajaron muy bien en el espíritu del programa.

Valga resaltar el notable complemento instrumental y arreglístico que arropó las piezas cantadas por Murphy, desde una plataforma casi siempre jazzística que sazonó con una sonoridad muy rica las interpretaciones; el piano de Rosa Gar­cía, el bajo de Dallana Fages, la percusión de Yosvany Betancourt, el violín de Yasney Rojano y los saxos (tenor y soprano) del director musical del en­semble, Alexander Díaz, constituyeron el complemento ideal para tan exquisito concierto.

Y hablando de exquisiteces, una nota de lujo la puso la soprano del Tea­tro Lírico Nacional Milagros de los Ángeles, quien ofreció una versión muy sentida de otro clásico jobiniano: Eu sei que vou te amar.

Ojalá no haya que esperar a fe­chas redondas o celebraciones co­mo estas para disfrutar con más frecuencia de la música brasileña en el estilo de mu­chos intérpretes nuestros, capaces de entenderla y proyectarla desde sus estilos, con toda su magia y su belleza.

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